MARÍA ANTONIETA

Catalina de Habsburgo. 2007

Catalina de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria, presenta los hechos que marcaron la vida de su antepasada con un ágil ritmo narrativo, sin cargarnos de datos pero con una buena síntesis documental sobre los sucesos de esa época convulsa. 

La autora trata de reflejarnos el lado más humano de la Reina, una mujer que quería ser madre antes que nada y añoraba sentirse amada y valorada. Presenta una mujer desorientada en su juventud, pero que logra reconducir el final trágico de su vida  muriendo con una gran dignidad y valor, no perdiendo nunca su visión transcendental y  su fe católica.

María Antonieta fue la hija más pequeña de María Teresa I de Austria. Tuvo que competir con sus hermanos por la atención de su madre, quien pasaba mucho tiempo con sus ocupaciones reales, lo que derivó en que la princesa creciera con muchas carencias emocionales y afectivas, que en gran medida se reflejarían posteriormente. También su condición de benjamina hizo que su formación no fuera la ideal, además de desarrollar un carácter un tanto caprichoso y poco constante. 

Al tener varias hermanas mayores, no se pensaba que fuera a casarse rápidamente, pero el caprichoso destino termina casándola, muy joven, con Luis XVI de Francia, uniendo así dos reinos enemigos.

Una vez casada, empezó a llamar la atención de su esposo, quién no consumaba su matrimonio por problemas de salud. María Antonieta siente la presión sobre ella, pues su principal tarea como esposa del rey es asegurar la línea de sucesión trayendo al mundo al futuro heredero. Llevaba por esa falta de afectividad en el matrimonio, siente un gran vacío interior que ha de llenar con una vida de excesos, aún cuando el pueblo pasaba hambre y pobreza. 

Con el tiempo y superado el problema físico del monarca Luis XVI, el matrimonio comienza a experimentar una unión más consolidada, una afectividad cada vez más profunda y un aumento de la familia con un ansiado heredero. 

El carácter de María Antonieta se va transformando y se vuelve más serena y juiciosa. Este cambio, unido al prudente y bondadoso Luis XVI, hubiera dado lugar a unos buenos monarcas, pero el daño ya estaba hecho, pues las campañas de desprestigio de María Antonieta ya se habían iniciado. "Madame Déficit" o "la Austriaca" como se apodó a la reina, fue el chivo expiatorio del descontento del pueblo, la mecha que prendió la Revolución Francesa.