Helen McCloy. 1950 |
En esta novela de misterio con tintes sobrenaturales, Faustina Crayle es una joven profesora de arte que da clases en un internado para señoritas a las afueras de Nueva York. Cuando lleva casi más de un mes, la directora la despide sin ofrecer explicaciones.
Deprimida y confundida, Faustina dice adiós a su única amiga en el internado, Gisela von Hohenems, profesora de alemán. Gisela tampoco comprende a qué viene tan apresurado despido y pide ayuda a su prometido, un psiquiatra con dotes detectivescas, que va desentrañando el misterio poco a poco.
Parte del encanto de la novela está en su planteamiento fantasmagórico y en cómo la autora sabe crear un ambiente inquietante.
El relato absorbe y se lee con rapidez, manteniendo en vilo al lector de manera constante, llegando a un final que no decae y con unos giros que sorprenden.
La escritora nos conduce por donde quiere, sin sobresaltos, rizando el rizo, sembrando la duda verazmente y sin trampas, llevándonos a un final creíble y satisfactorio.