Anne Tyler. 2015 |
La historia se sitúa en un barrio acomodado en Baltimore, en cuyo entorno tranquilo se desarrolla la acción. La trama se centra en cuatro generaciones de una misma familia: los Whitshanks. Esta familia de clase media protagoniza los quehaceres de la vida cotidiana, con sus problemas domésticos y conflictos familiares, que acaban derivando en la inevitable vejez y consiguiente muerte.
La mansión familiar, construida por el bisabuelo para un cliente, acaba siendo patrimonio de la familia y es el elemento que los une, convirtiéndose en protagonista principal de la novela. Entorno a esta propiedad se desarrolla la vida familiar, con sus encuentros y sus desavenencias.
Toda la información se va tejiendo sin estridencias, paso a paso, siguiendo el hilo de los acontecimientos rutinarios, dando lugar a una visión realista de la vida, para mi gusto llena de tópicos y sentimentalismos, un tanto vacía.
Los miembros de la familia no llegan a tener una personalidad clara y definida, por lo que se hace difícil conectar con ellos. La defensa de la unidad familiar es un tanto superficial, pues parece que cualquier actitud tiene cabida, siendo ajena a principios sólidos.