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28 de diciembre de 2020

LA LEGIÓN PERDIDA


Santiago Posteguillo
Santiago Posteguillo. 2016
"Dion Coceyo cabeceó. No dijo nada. Qué fácil era destruir y qué difícil construir. ¿Cambiaría el mundo alguna vez?"
A medida que he ido finalizando las casi mil páginas del tercer libro de la trilogía de Trajano de Santiago Posteguillo, este pensamiento ha acudido a mi mente, qué difícil y costoso es construir en todos los aspectos de la vida y qué fácil y sencillo es destruir y, peor aún, si dicha destrucción se lleva a cabo por medio de la traición. Cuando me encontré, en las últimas páginas del libro, con este pensamiento en boca de Dion Coceyo, médico, erudito, filósofo y consejero de Trajano, me fundí con él.
He acabado esta trilogía con pena y con rabia, he aprendido mucho de Trajano y de su manera de pensar a lo grande. Agradezco a su autor la lección de historia sustentada y agilizada con algunas pequeñas licencias ficticias, que hacen llevadera la lectura, unas veces árida, de tantos datos y fechas históricas.
Después de haber conquistado la Dacia, asegurar esa zona e incorporarla al Imperio Romano, Trajano quiere borrar de la historia de Roma el fracaso de la legión perdida. El fracaso militar que llevó al cónsul Craso en el año 53 a.C. a cruzar el río Eúfrates para acabar con el Imperio Parto, incorporar esta conquista a Roma y así, tratar de igualarse a Julio Cesar. Ambición que se saldó con la pérdida de una legión entera y que pasó a formar parte de una leyenda con tintes supersticiosos entre los romanos. 
Ciento cincuenta años después Trajano quiere borrar este recuerdo, además de mejorar la red comercial entre China y Roma, por lo que vuelve a cruzar el Eúfrates. Lo habría logrado si la enfermedad y la traición de su sobrino Adriano no se hubieran interpuesto. La muerte y la traición acabaron con todos los sueños, pero no con las grandes figuras de la historia.


14 de diciembre de 2020

EL MISTERIO DE GRAMERCY PARK

Anna K. Green
Anna K. Green. 1897
"Nada cuadra. Nada coincide. Cuando el caso avanza en alguna medida, nos topamos seguidamente con una pared". Me hago eco de estas palabras del detective Gryce pues, a medida que avanza la obra y creemos haber resuelto algo del misterio, nos encontramos con un giro que desbarata nuestras pesquisas y así,  como un personaje más, nos inmiscuimos en la trama.
La señorita  Amelia Butterworth, detective aficionada, cuenta con el lector para desentrañar la madeja del misterio. Nos hace participar de sus descubrimientos y cuando hace recopilación, sentimos cierto alivio, dado que el caso se nos estaba yendo de las manos.
A. K. Green es considerada como la madre de la novela de detectives. Esta es su décima novela y la primera en la que crea a este delicioso, audaz, entrometido e impertinente personaje: Amelia Butterworth, precursora de la Miss Marple de Agatha Christie, en quien pudo influir, y se cree que también pudo hacerlo en el famoso E. Conan Doyle. 
La novela tiene un intrincado argumento de cuidada construcción, además de un magnífico retrato de la sociedad de finales del s. XIX norteamericano.
De regreso de un viaje al extranjero, la familia Van Bunam encuentra en el salón de su casa a una mujer muerta sobre la que se ha caído un aparador, aplastando su cara; ¿Quién es la víctima?. Nuestra detective, que había estado fisgoneando por la ventana, observó a varios personajes merodeando por la casa y llevada por la intriga no puede evitar colarse en la misma a la mañana siguiente, alertando así a la policía. 
Poco a poco va recopilando datos para intentar descubrir al asesino y poder quedar por encima del detective Gryce. Durante esta lucha detectivesca, ambos llegaran a la conclusión que es mejor unir fuerzas y analizar los hechos conjuntamente.
Esta intrigante trama mantendrá en vilo al lector hasta la última página y nuestra quisquillosa protagonista nos hará sonreír en varias ocasiones.