LA RENUNCIA

Edith Wharton. 1925

"Kate había inclinado de nuevo la cabeza, y permaneció desolada con la mirada fija en el suelo. Con el pequeño fuego de leña ardiendo en la chimenea, y ese hombre honrado y amable mirándola, ¡qué segura y hogareña parecía aquella habitación! Sin embargo, su verdadero yo no estaba allí en absoluto, sino que lo había arrastrado el viento solitario de la angustia a las tinieblas exteriores. Y, suponía,  que sería así para siempre". 

Este pequeño fragmento que he sacado del libro sería un resumen perfecto de la novela, además de que rezuma ese aire nostálgico, melancólico y de remordimiento que se percibe en toda ella. Describe ese estado meridiano entre haber regresado al hogar perdido pero, a la vez, no conseguir entrar en él, pues la culpa ha levantado unos muros donde se cobija la soledad infranqueable y solidariamente fría que nadie puede penetrar, a no ser una confesión que puede tener duras consecuencias.

Kate vive en la Costa Azul, escondida y apartada de la sociedad desde que decidió huir con su amante de Nueva York, abandonando a su marido y a su hija Anne aún pequeña. 

Anne, convertida ya en una muchacha independiente, reclama a su madre, quien acude a la llamada. Pero la reconciliación se convierte en renuncia cuando Kate descubre que su hija se ha prometido con Chris Fenno, un hombre a quien conoce demasiado bien.

Normalmente Edith Wharton me gusta bastante, sin embargo, esta novela me ha dejado un poco descolocada. Los personajes no han calado en mí, la hija Anne, que para los demás parece una buena chica, me ha resultado fría, calculadora y caprichosa, Su madre Kate, gustándome más que ella, es compleja y no he llegado a entender algunas de sus decisiones, pareciendo que se hubiera acomodado en su indolencia. El resto de los personales resultan meros espectadores que siguen la corriente de las dos protagonistas.

Me ha costado leerla, resulta demasiado lenta y con un drama plano, llegando al final igual que al principio, perdiendo la protagonista la oportunidad de arreglar las cosas... Pese a todo, se nota la calidad de la pluma de Edith Wharton capaz de crear sentimientos muy vívidos de nostalgia, culpa, remordimiento, duda, opresión, ansiedad...