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| Evelyn Waugh. 1945 |
Retorno a Brideshead fue escrita durante una convalecencia de su autor en plena Segunda Guerra Mundial, mediante técnicas robadas al cine y a modo de una pintura impresionista.
Evelyn Waugh nos regala brillantes imágenes, descripciones precisas, diálogos capturados de la calle donde se mueven los personajes, todo dibujado con unos pocos trazos y aderezado con el sentido típico del humor británico.
En una carta a un amigo, E. Waugh decía: "No digas todo de modo explícito. Esta es la inestimable aportación del cine a la novela. Haz que las cosas sucedan... Por muy fuerte que sea la tentación, no presentes los personajes simplemente dibujándolos y haciéndolos hablar. Inclúyelos en una trama".
Waugh es un observador impresionista, ha creado unos personajes que han ido entrecruzando sus vidas hasta llevarlos al final completamente explosivo que ya había anunciado en el prólogo, la intervención de la gracia divina en sus personajes.
Charles Ryder regresa a Brideshead en plena Segunda Guerra Mundial, la mansión de lord Marchmain convertida ahora en cuartel. Recuerda entonces todos aquellos tiempos en que estuvo recorriendo sus jardines y salones acompañado de sus habitantes. Rememora su ambigua amistad con Sebastian, su amor por lady Julia y, en general, las peculiaridades de los Marchmain. Con todo, se retrotrae al libertino y a la vez rígido ambiente de Oxford.
Charles va narrando la historia desde diferentes enfoques de los que surgen distintas posturas con respecto a la religión. De este modo, a través de Charles, nos vamos enterando de todos los sucesos acaecidos entre los miembros de la familia Marchmain y de su relación con el protagonista.
La novela en sí misma es un claro reflejo de la decadencia de la alta sociedad inglesa.
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