TRILOGÍA DE CANDLEFORD

Flora Thompson. 1945

La Trilogía de Candleford está formada por tres títulos: Colina de las Alondras (1938), Camino de Candleford (1941) y Candleford Green (1943). Juntos, se publicarían en 1945.

En 1938, Flora Thompson escribió unos ensayos sobre su niñez en el campo, que darían lugar a esta trilogía bajo el título de Lark Rise to Candleford, al principio publicada en volúmenes independientes.

La trilogía  viene a ser una historia autobiográfica, ligeramente disfrazada, de la niñez y adolescencia de la escritora. En ella describe con verdadero cariño la vida en la aldea y aldeas de alrededor, la estructura social y económica de la Inglaterra rural de 1880-1890, los cambios y la llegada del progreso... todo ello junto con el transcurrir de su vida.

Es una mirada atrás de la autora, en la que siente añoranza de un pasado que le parece mucho mejor que su presente en algunos aspectos. Da la sensación de que al escribir, sobre todo en el segundo y el tercer tomo, ya con sesenta años e inmersa en la Segunda Guerra Mundial, el recuerdo de su infancia y adolescencia resultasen un bálsamo para su alma, una manera de escapar del horror de la guerra.

La genialidad de Flora Thompson estriba en que en su vejez es capaz de recordar el pasado con los ojos de niña, pero con la perspectiva de la mujer adulta ingeniosa, inteligente y delicada que es. La trilogía es una crónica luminosa, bella, delicada, tierna, optimista... que da pena terminar. Su prosa es sutil, elegante, precisa, inteligente, y poética con, además, toques irónicos y humorísticos. 

Thompson deleita al lector con una narración melodiosa, nos contagia su amor por la naturaleza y por la manera que tiene de ensalzar lo cotidiano de la vida, convirtiendo toda la realidad observada en belleza, en una realidad sosegada y serena: Mientras caminaba, las finísima telarañas empapadas que se extendían de arbusto en arbusto formaban inesperadas barreras en su camino, y al atravesar, uno tras otro, aquellos hermosos obstáculos pensaba: "Intentan detenerme para que no me marche de aquí". Sin embargo, los lazos que la unían a la tierra que la había visto nacer eran mucho mas resistentes que las telarañas, pues habían sido trenzados a base de amor, vínculos familiares y preciosos recuerdos. Con estas palabras, la escritora, cierra el cofre de sus recuerdos y guarda la llave para conservarlos como un tesoro y rememorarlos con añoranza cuando sea preciso.