LA HIJA DEL RELOJERO

Kate Morton. 2018

En el verano de 1862, un grupo de artistas y sus musas son invitados a Birchwood Manor, la casa de campo del apasionado Edward Radcliffe. Éste, propone recluirse en la casa para dejarse llevar por la inspiración y la creatividad, sin embargo, el final del verano trae aparejado la desdicha: una mujer muere asesinada, otra desaparece, una joya familiar se ha extraviado y la vida de Edward se desmorona completamente. 

Unos ciento cincuenta años mas tarde una archivista londinense, Elodie Winslow, descubre una cartera de cuero con unas iniciales grabadas, un cuaderno con un boceto de una casa y una fotografía de una mujer de gran belleza y mirada intensa. Estos objetos la atraparán y la llevarán a profundizar en una investigación para intentar averiguar que une a estos tres objetos, ¿a quién pertenecieron? y, ¿porqué el boceto le resulta familiar?

Las historias de Kate Morton son absorbentes, los capítulos pequeñas fichas de un rompecabezas que van encajando a medida que la lectura avanza formando un gran puzle al final de la novela.

Todas las historias de La hija del relojero giran en torno a Birchwood Manor, la casa de campo, dotándola de personalidad propia. Pasando continuamente del pasado al presente, como es habitual en otras novelas de la autora, Kate Morton nos va contando la vida de todos los personajes, relacionando todos ellos de una forma u otra con la casa.

Me han encantado todas las historias, la manera en que estas se van entrecruzando y lo que cada una aporta a la resolución del misterio. La narrativa de Morton es evocadora, recreando con precisión tanto el ambiente del pasado como del presente, manteniendo siempre el aura de misterio y sensaciones propias de otras épocas.