LA CASA DE LA ALEGRÍA

Edith Wharton. 1905

"Estaba cansada de dejarse arrastrar pasivamente por una corriente de placer y negocio en la que no representaba ningún papel; cansada de ver a otras personas entregadas a la diversión y el derroche, mientras ella era considerada como un juguete costoso en manos de un niño mimado". Además de exquisita y derrochadora, así es Lily Bart, hasta que es atrapada por las garras de la pobreza y los rumores malintencionados, convirtiendo su vida en una vida de precariedad, abandono, austeridad y soledad, aspectos que Lily siempre ha tratado  de esquivar, pues los desprecia con todo su ser.

Edith Wharton nos habla de la decadencia de la protagonista, Lily Bart, una mujer sin determinación, educada para ser un adorno. No es mala pero sí inocente, con un punto de orgullo moralizante que es lo que evita que caiga en la ruindad y el chantaje. 

La autora no duda en realizar detalladas descripciones en las que se denuncia la sociedad cerrada y mezquina de su época. Es una maestra en desnudar el alma femenina, en llegar a lo mas profundo de la psique humana, sobre todo la de la mujer. En esto, como ya sabemos, tuvo como predecesor a Henry James.

La casa de la alegría representa toda la alegría vana sustentada en el poder, la riqueza, el prestigio... todo ello conseguido a toda costa, pero que resulta inconsistente. Es una alegría frágil, encarnada en Lily, y se va revelando a lo largo de la novela.

La novela está construida sobre una trama muy bien tejida. Puedes congeniar o no con la protagonista, pero el argumento te coge y, mientras que una primera parte resulta mas lenta y pesada, la segunda resulta muy absorbente y fluida.