ADOLPHE

Benjamín Constant. 1816.

El autor a través de este relato quiso marcarse un reto: escribir una historia con sólo dos personajes principales involucrados en una misma situación y que mantuviera el interés del lector. Y doy fe de ello, porque en menos de dos horas lo he fulminado.

Tuvo muchísimo éxito en la época y se considera un relato autobiográfico, hecho que el escritor desmintió aunque, como se especifica en el prólogo, la obra de todo escritor se surte de lo que este ve, oye, siente o  ha padecido.

Adolphe es un joven estudiante de buena posición, de carácter débil, indeciso, tímido, que no habiendo conocido el amor intenta acceder a él. Inicia una relación amorosa que, comenzando como un reto, acaba convirtiéndose en una obsesión. Su sentido común, inteligencia y aspiraciones desaparecen por completo siendo arrolladas por la pasión. La persona amada se convierte en obstáculo, la relación se carga de una gran fuerza pasional egoísta y de una gran tensión psicológica.

Las descripciones de las emociones son muy lúcidas y la tensión amorosa muy real, pues "es una horrible desgracia no ser amado cuando se ama; pero también lo es, y grande, ser amado con pasión cuando ya no se ama".

Seguimos la zozobra del protagonista, sus altibajos, su auto-convencimiento. Al final, el autor hace una especie de reflexión moralizante, exponiendo hasta donde puede llegar la ceguera pasional, la vanidad, el dolor que a veces se infringe a los demás, las excusas que se buscan para no enfrentarse con la realidad, la búsqueda de la compasión... En definitiva: el egoísmo que ahoga al amor.