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| Sánchez Adalid. 2008 |
En este tercer tomo se continúan las aventuras de Luís María de Monroy. Felipe II vive el momento más duro de su reinado en el año 1568; la muerte de su hijo el príncipe Carlos, de su esposa Isabel de Valois, además de los conflictos con Flandes, los turcos en el Mediterráneo y los moriscos en Granada.
El rey está dispuesto a afrontar todos estos problemas y para ello pone en práctica una red de espionaje como nunca ha conocido estado alguno. Esta red estaba en manos de las Órdenes Militares, formada por miembros leales y nobles que se mantendrán fieles frente a los mayores peligros. Es aquí donde Luís María de Monroy entra en juego, como novicio en la orden de Alcántara. Tras recibir el hábito, es enviado a Constantinopla debido a sus dotes en el conocimiento del árabe, del turco y de la ciudad, pues había sido allí cautivo. Haciéndose pasar por mercader, tiene la secreta misión de espiar al Gran Turco. Todo esto sucede tres años antes de la decisiva victoria de Lepanto.
El autor continua empleando un lenguaje cuidado y fiel a la forma de hablar de la época. Sigue manejando las fuentes con gran precisión. En este último tomo, Sánchez Adalid quiere resaltar la importancia de esta red de espionaje formada por Felipe II como un hecho muy moderno para la época y del que se tiene poca constancia, pues apenas ha sido estudiado en profundidad.
Es verdad que el final resulta un tanto precipitado, pues el autor recurre a un epílogo a modo de cartas donde se mencionan por encima ciertos temas, como la victoria de Lepanto, el ingreso en la orden como caballero del protagonista, su boda.... Pero sigue resultando entretenida, ágil, bien escrita y muy recomendable.
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